domingo, 16 de octubre de 2011

Globo azul

Por la nariz inhala una bocanada de una fragancia de hombre. Ahora no hay nadie en la tienda, pero ha estado allí hace poco, seguro, y ha dejado el rastro de su presencia. 

Camina hacia la puerta de la calle y justo antes de salir, a la derecha, en el parqué, ve un globo pequeño y alargado de color azul. Se agacha y al cogerlo se da cuenta de que dentro de él hay un papel con algo escrito. “Te invito a desayunar”. Sonríe. Mueve el globo suavemente hasta que el papel se da la vuelta y lee: “Mañana a las 9h en la puerta de tu tienda”. 

Se sientan en una mesa del fondo. A su lado, en la pared, cuelga una copia de un cuadro de René Magritte. Es como un bar-galería, así que debajo pone el título: La llave de los campos. Mientras él va a pedir, ella se queda mirando la pintura un rato, pero sin verla, recordando como ha sido el encuentro con ese desconocido. 


Llevaba diez minutos en la puerta, esperando, escudriñando a todo hombre que pasaba con aire de estar buscando a alguien. Y entonces había oído como en su nuca alguien le susurraba: 

Hay momentos en la vida en que lo ves todo claro, con absoluta lucidez: vuelves a descubrir energías y posibilidades escondidas y comprendes por qué has sido tan cobarde o tan débil. La mujer justa, de Sándor Márái. 

De golpe, un movimiento brusco del hombre le hace volver a la realidad, a la mesa del bar-galería, para ver como él saca rápidamente de una bolsa algo parecido a un sugus y se lo ofrece: 

Toma, esto te ayudará a llorar. 
¿Cómo? ¿Cómo que a llorar? 
Bueno, se nota que hace tiempo que llevas acumulándolo dentro y no consigues sacarlo. Si te tomas esto, te ayudará. 
¿De qué narices hablas? 
¿Por qué crees que la gente a medida que se va haciendo mayor se va llenando de arrugas? 
¿Qué tiene eso que ver? 
Se llena de arrugas porque se van volviendo otra vez niños por dentro. Se van encogiendo internamente y les sobra la piel. Como un globo desinflado. De ahí las arrugas. Pues con el llanto pasa justo al contrario. Al guardar tanto sentimiento dentro, los depósitos se llenan y empieza a almacenarse también fuera del cuerpo. Mejor dicho, alrededor del cuerpo, pero en forma de una especie de aura de vapor. Porque, ¿qué son las lágrimas sino sentimiento licuado? La tristeza, la rabia, la felicidad, se condensan dentro de nosotros pasando primero a vapor -de ahí el cosquilleo interno y esa especie de calor que nos sube hasta las mejillas cuando tenemos ganas de llorar- y luego a agua. Pero tú tienes problemas con ese último paso, el del vapor al líquido. Por eso, tómate esto y ya verás como se arregla. Llorarás y conseguirás desahogarte y sacar todo ese exceso que ahora llevas encima y que tanto te pesa. 

Ella le mira fijamente un rato en silencio. Sumida en mil preguntas, casi sin darse cuenta, mira a su derecha, a la copia de La llave de los campos y sin querer le brota una sonrisa. 

Sonríes. ¿Qué te hace gracia? 

Ella, con la mirada y un movimiento de cabeza, señala el título del cuadro. 

Es una expresión francesa. Sugiere la liberación de cualquier restricción mental o física.

Él asiente y sonríe también.
Se levanta de la mesa y concluye: 

Hay momentos en la vida en que lo ves todo claro, con absoluta lucidez: vuelves a descubrir energías y posibilidades escondidas y comprendes por qué has sido tan cobarde o tan débil. 

Le deja la especie de sugus en el plato de la taza de café y se aleja hacia la calle, dejando tras de sí el rastro de su fragancia de hombre.

1 comentario:

Clod dijo...

m'agrada perque sempre em quedo amb sensacions. m'ho imagino tot tot tot. (La dona justa! m'ha fet somriure tambe)