sábado, 29 de septiembre de 2007

Gremlin asiático II

Suena la melodía estridente de cada mañana. Javi coge el despertador con forma de pelota de béisbol y lo lanza con toda su furia amortiguada por el sueño. La pelota se estampa contra el armario, rebota y finalmente cae al suelo dejando de sonar.
Entra en el salón con la mano metida en el calzoncillo, rascándose las nalgas y ve a Marcos dormido en el sofá. Por el lado opuesto aparece el perro pekinés con un papel en la boca, moviendo el rabo alegre. Javi le hace una señal al animal para que le entregue el papel y empieza a leerlo:

“ _3 cosas q no se pueden hacer con 1 Gremlin y q hay q evitar a toda costa xa q todo salga bn: 1) no debe darle la luz directamente, le mataría / 2) nunca debe entrar en contacto con agua / 3) nunca darle de comer después de media noche
_Chinos sólo toleran la leche materna, una vez dejan d mamar se vuelven alérgicos a la lactosa”

* * *
-Ei Javi, creo que más o menos ya sé cómo voy a morir. Mira...
-Calla Marcos, que estas cosas cuanto más las repites más fácil es que pasen y me da mal rollo.
-Ui, que miedoso te has vuelto de repente.
Javi encoge los hombros con la vista puesta en la salsa de soja. Alarga la mano y salpica sus macarrones de ese color indefinible entre caramelo y marrón oscuro. De golpe, aparece en su cara una sonrisa difícil de descifrar y suelta:
-¿Sabes qué he pensado Marcos? Que te voy a hacer un regalo. Ya verás, esta noche te espera una sorpresa.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Gremlin asiático I













En el espejo se reflejan los pantalones negros pitillo que estilizan la figura de Javi y, si fueran visibles, a su alrededor revolotearían las silabas de una canción de Love of Lesbian que no puede parar de tararear: “los hombres del mañana vaya hijos de puta”. Se despeina el pelo con sumo cuidado, como si realizará complicados cálculos sobre la dirección que debe tomar cada mechón. El flequillo moreno le cae a pico, dándole aspecto de pingüino, sobre las RayBan de motorista, tras las que esconde gran parte de su cara. Se coloca bien la camiseta y, después de doce minutos mirándose, se gira hacia el sofá.
Allí está sentado Marcos, su compañero de piso. Mira atento la pantalla de televisión donde practican aeróbic un grupo de gremlins. Después, la cámara se desplaza y la imagen de la pantalla es sustituida por la de una cafetería vacía a excepción de un chino bebiendo leche. Marcos observa cada detalle estrujando el mando entre las manos aunque sin conciencia de ello. Toda su atención está centrada en las imágenes que se suceden ante sus ojos. A sus pies dormita un pekinés feísimo, híbrido de rata, por los ojos salidos y rojos y el hocico picudo, y de murciélago, por las orejas de un tamaño descomunal en proporción a su diminuto cuerpo y con la misma forma que las alas de este tétrico animal ciego.
-¡Déjalo ya tío! ¡Que llevas toda la tarde delante de la tele con el mismo video!
-Calla Javi, que estoy a punto de pillarlo- contesta el chico sin desviar la mirada de la tele ni un segundo.
Al apretar STOP se congela la imagen. Si la dejamos a un lado y, tras mantener un rato pulsado RW, en la otra mitad de nuestro cerebro visualizamos el mismo lugar un día y dos horas después, veremos los hombros de Marcos recostados en el apoyabrazos del sofá y su cabeza colgando sin vida. Pero descongelemos la imagen otra vez.
-¿De pillar el qué?
-Es igual. No me vas a creer y te reirás de mí, así que mejor no te digo nada. Venga, que te vaya bien esta noche.
- ¡Venga ya! Que no me río, en serio, pero no me dejes con la intriga- y mientras va hablando coge la chaqueta que está encima de la mesa del salón y se la empieza a poner.
-¿Tú has visto Siete vírgenes?
-Sí- dice a la vez que se abrocha la cremallera.
-¿Te acuerdas de que el chico, el de El Bola, sabe que antes de morir verá un oso verde?
-Sí. ¿Y qué?
-Pues que en este video también está la clave de cómo voy a morir yo.
-¡No digas chorradas, tonto! ¿Cómo puedes ser tan inocente?
-Vale, va, pues es todo mentira y ya está. ¡Venga, adiós!
-Bueno, bueno, no te enfades, hombre. Pues suerte en tu investigación. A ver si descubres algo.
Y mientras pronuncia las últimas palabras coge las llaves que cuelgan de un gancho en la pared, se las mete en el bolsillo a la vez que con la otra mano abre la puerta y sale de casa.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Cambio de alfabeto

Al llegar a Pythion, la frontera entre Grecia y Turquía, nos piden dos veces el pasaporte y nos revisan las mochilas, una vez en cada país. En la segunda ocasión se trata de policías MUJERES y MAQUILLADAS: se nota que ahora sí que estamos en Occidente. Aunque, después de pasar Pythion, nos es imposible adivinar por los letreros dónde nos encontramos exactamente. En Turquía por lo menos se podían intentar leer, aquí ya puedes echarle imaginación que nada. Pero al menos el alfabeto griego es bonito, siempre puedes limitarte a contemplarlo.

Durante el viaje hemos visto muchísimos campos de girasoles, supongo que aquí el aceite y las pipas deben de estar buenísimos y si me pudiera olvidar de que esto es Grecia no sería difícil imaginar que estoy viajando por España, entre el Burgo de Osma y Aranda de Duero o por la costa catalana: el paisaje es bastante parecido.

Finalmente, al llegar a Thesaloniki nos toca dormir en la calle, en la puerta de la estación de tren, gracias a la puntualidad de los trenes griegos. Bueno, ahora ya nos hemos acostumbrado a dormir en cualquier sitio.