sábado, 6 de octubre de 2007

Gremlin asiático III

-¡Marcos! ¡Llaman a la puerta y creo que es para ti! ¡Ve a abrir!- grita Javi desde el lavabo. Y en ese momento se le resbala entre las manos el jabón para perros.
-¡Son las doce y no espero a nadie!
-¡Tú ve a abrir!
Abre la puerta y se encuentra frente a unos tacones rojos de vértigo que sirven de pedestal a unas piernas cortas pero impresionantes, cubiertas por unas medias de rejilla. Sigue hacia arriba, hasta que, por encima de las rodillas, un qipao de seda china le obliga a poner en marcha su imaginación. Para facilitarse la tarea desvía un poco la mirada hacia la izquierda, hacia el amplio corte lateral del vestido, que bordea los muslos casi hasta la altura de la cintura. Más arriba, sobre el cuello mao, le recibe una sonrisa enmarcada en unos labios artificialmente rojos y carnosos. Los ojos achinados le miran provocadores.
De repente, unas palmadas en la espalda le obligan a cerrar la boca y parpadear.
-Bueno Marquitos, esta es mi sorpresa. Os dejo solos para que podáis intimar.
-Pero, ¿y esto? ¿Esto a qué viene?
Se oye el eco de la voz de Javi que resuena por el hueco de las escaleras:
-¡Pásatelo bien y disfruta!
La chica no se ha movido ni un milímetro. Marcos la mira y con un gesto torpe la invita a pasar y la acompaña hasta el sofá. Camina tenso y sin querer, al pasar al lado de la barra americana, vuelca un vaso de leche que se esparce por el suelo. El pekinés aparece corriendo y sacudiendo su pelaje mojado y empieza a lamer ansioso el líquido blanco. Marcos murmura alguna palabrota y se sienta junto a la chica china en el sofá.

1 comentario:

Ver Tren dijo...

Y aquí está la leche...