viernes, 21 de septiembre de 2007

Gremlin asiático I













En el espejo se reflejan los pantalones negros pitillo que estilizan la figura de Javi y, si fueran visibles, a su alrededor revolotearían las silabas de una canción de Love of Lesbian que no puede parar de tararear: “los hombres del mañana vaya hijos de puta”. Se despeina el pelo con sumo cuidado, como si realizará complicados cálculos sobre la dirección que debe tomar cada mechón. El flequillo moreno le cae a pico, dándole aspecto de pingüino, sobre las RayBan de motorista, tras las que esconde gran parte de su cara. Se coloca bien la camiseta y, después de doce minutos mirándose, se gira hacia el sofá.
Allí está sentado Marcos, su compañero de piso. Mira atento la pantalla de televisión donde practican aeróbic un grupo de gremlins. Después, la cámara se desplaza y la imagen de la pantalla es sustituida por la de una cafetería vacía a excepción de un chino bebiendo leche. Marcos observa cada detalle estrujando el mando entre las manos aunque sin conciencia de ello. Toda su atención está centrada en las imágenes que se suceden ante sus ojos. A sus pies dormita un pekinés feísimo, híbrido de rata, por los ojos salidos y rojos y el hocico picudo, y de murciélago, por las orejas de un tamaño descomunal en proporción a su diminuto cuerpo y con la misma forma que las alas de este tétrico animal ciego.
-¡Déjalo ya tío! ¡Que llevas toda la tarde delante de la tele con el mismo video!
-Calla Javi, que estoy a punto de pillarlo- contesta el chico sin desviar la mirada de la tele ni un segundo.
Al apretar STOP se congela la imagen. Si la dejamos a un lado y, tras mantener un rato pulsado RW, en la otra mitad de nuestro cerebro visualizamos el mismo lugar un día y dos horas después, veremos los hombros de Marcos recostados en el apoyabrazos del sofá y su cabeza colgando sin vida. Pero descongelemos la imagen otra vez.
-¿De pillar el qué?
-Es igual. No me vas a creer y te reirás de mí, así que mejor no te digo nada. Venga, que te vaya bien esta noche.
- ¡Venga ya! Que no me río, en serio, pero no me dejes con la intriga- y mientras va hablando coge la chaqueta que está encima de la mesa del salón y se la empieza a poner.
-¿Tú has visto Siete vírgenes?
-Sí- dice a la vez que se abrocha la cremallera.
-¿Te acuerdas de que el chico, el de El Bola, sabe que antes de morir verá un oso verde?
-Sí. ¿Y qué?
-Pues que en este video también está la clave de cómo voy a morir yo.
-¡No digas chorradas, tonto! ¿Cómo puedes ser tan inocente?
-Vale, va, pues es todo mentira y ya está. ¡Venga, adiós!
-Bueno, bueno, no te enfades, hombre. Pues suerte en tu investigación. A ver si descubres algo.
Y mientras pronuncia las últimas palabras coge las llaves que cuelgan de un gancho en la pared, se las mete en el bolsillo a la vez que con la otra mano abre la puerta y sale de casa.

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