domingo, 29 de noviembre de 2009

Reliquias (03/2007)

1 2 3 4. Antoni Tàpies

[…]les línies es converteixen, així, de cop i volta, en sentiments diversos, amables o esquerps, en baixos relleus clars o obscurs, en volums coneguts o enigmàtics.”

Antoni Tàpies

12:34

Una voz se desplaza por la habitación, se dispersa entre las mesas queriendo alcanzar los treinta y ocho pares de oídos: contra algunos rebota, otros la absorben; un hombre se mueve cubriendo a cada segundo un trozo diferente de pizarra, el sol penetra entre las rendijas de las persianas y pinta de rayas unas cuantas caras, a veces algún ojo se entrecierra por culpa de la luz cegadora o por el sueño y algún que otro movimiento de silla, una tos, un susurro o un bostezo acallan el ruido de los lápices y bolígrafos.

Necesito animar el ambiente o me quedaré dormida. Así que decido utilizar la técnica que siempre funciona: clavo mis pupilas en alguna imagen y las dejo allí, descansando un rato, hasta que la realidad desaparece y mis ojos ya no miran hacia fuera, sino hacia dentro. Hasta que mi mente se convierte en una pantalla por donde se suceden escenas imposibles.

Esta vez, mi mirada aterriza sobre una foto que ocupa la portada de mi agenda. Está llena de caras infantiles entre columpios y arena: somos nosotros, con tres o cuatro años, en el patio del colegio.


12:34 Escena de El Coyote y el Correcaminos

La manga de mi camiseta se convierte en la de una bata de cuadros y el profesor lleva en la cabeza una corona de cartulina. Me levanto corriendo a más velocidad de la que pueden captar los ojos que me miran. Me detengo frente al profesor y le doy un tirón de orejas. Lo repito una, dos, tres y cuatro veces, como nos lo hacían en parvulario el día de nuestro cumpleaños. Él se queda perplejo. Doy media vuelta y vuelvo lentamente a mi silla.


12:35

-Por ejemplo, la señorita del fondo podría contestar a mi pregunta, ¿verdad?

Esa señorita soy yo pero no tengo ni idea de cuál era la pregunta, así que ni siquiera puedo inventar una respuesta. Noto como mi cara se empieza a teñir de rojo y por más que me esfuerzo no puedo hacer nada para evitarlo. El profesor me dirige una mirada irónica y añade:

-A ver, voy a ayudarte un poco. Por extraño que parezca mi voz no es sólo una melodía de fondo, estoy explicando algo y, tal vez es pedir demasiado, pero me gustaría que me escucharas o, por lo menos, disimularas tu aburrimiento.-y cambiando la sonrisa fingida por una mueca de desagrado- Tómate un café para desayunar, chica, ¡que estás dormida!


12:35 Escena del cine mudo

Muevo la silla sin hacer ruido, camino entre las mesas dando un rodeo, de paseo por la clase. El profesor me observa con la boca abierta. Finalmente, me planto delante de la puerta y sin girarme ni un momento la abro y me marcho. Bajo al bar, me compro un café y vuelvo a subir. Entro en la clase bebiendo un sorbo. El profesor empieza a gritarme pero no salen sonidos de su boca. Le ofrezco un trago de mi bebida. Lo rechaza y continúa gritando en silencio. Vuelvo a mi sitio y me siento sin hacer ruido.


12: 43

Mi cara ha recuperado su color natural y el profesor ya no centra su atención en mí, sino en el chico que está sentado al lado de los interruptores. Le ordena que baje todas las persianas. Después levanta un poco más la voz, para sobreponerse al ruido que hacen estas al bajar, y nos dice que va a encender el proyector para enseñarnos una web que le ha parecido muy interesante.



12:43 Muchacho encendiendo una vela. El Greco

Antes de que el chico reaccione, me anticipo y bajo las persianas. Después, me dirijo hacia donde están los interruptores y apago todas las luces. Tapo el cristal de la puerta con hojas de mis libretas y las pego con celo hasta conseguir que la clase quede totalmente a oscuras. Mientras, el profesor sigue hablando. Me pongo de pie sobre mi mesa y enciendo una vela.


12:43 Escena de El show de Truman

Salto de mesa en mesa hasta quedar situada justo debajo del proyector que cuelga del techo, en el centro de la clase. Muevo mi cabeza lentamente a derecha e izquierda y observo como un pequeño objetivo sigue mis movimientos. Saludo a la cámara camuflada en el proyector.


12:50

La web resulta ser increíblemente aburrida y empiezo a ponerme nerviosa. No puedo hablar ni moverme demasiado porque no quiero que me vuelvan a llamar la atención y me voy sobrecargando.


12:50 Carátula del último álbum de Franz Ferdinand

Hago siete inspiraciones cortas y rápidas, después una larga. Grito con todas mis fuerzas y nadie se inmuta: él continúa dando clase y los alumnos a lo suyo. ¡Qué desahogo!


12:51

Por fin se acaba el comentario y el profesor le hace una señal al mismo chico de antes para que vuelva a subir las persianas. Poco a poco la luz vuelve a llenar la habitación. Él se acerca a la mesa y con una sonrisa sádica añade:

-Pero aún tengo otra sorpresa preparada para vosotros, chicos -y prolonga durante unos segundos la “s” final, saboreando la letra.

No sé por qué pero me temo lo peor. O quizás…


12:51 Escena de Elling

De repente el profesor saca un periódico de su chaqueta y lee en voz alta un artículo sobre unos misteriosos cuentos breves encontrados dentro de los envases de coliflor. Las críticas de los textos son buenas, aunque todos se preguntan acerca de la identidad de la escritora, que sólo firma con una inicial y el símbolo del sexo femenino.


12:52

Desgraciadamente la sorpresa tiene forma de control y tenemos que acabarlo en poco más de media hora. No he estudiado nada así que no estoy preparada para este golpe bajo. Me desespero. Intento, disimuladamente, encontrar la libreta con los apuntes de la materia.


12:52 Escena de El Príncipe de la tierra de “Más allá”

Meto la mano en mi cajón y me encuentro una manzana de oro. De repente el techo de la clase se abre como si fuera una ventana, dejando el cielo al descubierto. Una cara gigante de hombre con largas barbas llega volando y se queda flotando sobre mi cabeza. Me cuelgo de sus barbas y viajo con él a mi reino.


13:24

Bueno, espero que el popurrí entre improvisación y flashbacks de la última clase me haya salido bien y no se convierta en un suspenso. Aunque no he puesto suficiente información y por más que le doy vueltas no sé qué puedo añadir. Giro la cabeza hacia la derecha y miro por la ventana en busca de inspiración. El color del cielo es de un azul aburrido.


13:24 The Fighting “Temeraire” J.M.W. Turner

De repente las tonalidades del cielo cambian, como si hubieran vertido sobre él un cubo de pintura: ahora van desde el azul liloso, pasando por el rojo y el naranja, hasta un amarillo indefinible. La clase se llena de agua y a lo lejos, desde Montjuic, avanza un enorme barco que parece robado de los ingleses en la batalla de Trafalgar y del capitán Garfio a la vez. A su lado se acerca un barco de vapor. Va en su rescate y hace sonar la bocina a la vez que se oye el timbre anunciando el fin de la clase.


13:24:10

Cojo un rotulador negro y le pinto al profesor entrecejo y un piercing en la nariz. Resigo su figura con tinta china. Le dibujo, con lápices de colores, en la mano derecha un bate de béisbol y en la izquierda una bolsa de golosinas. Del cuello hago que le cuelgue una serpiente y le pongo un sombrero de cowboy, ambos recortados de dos revistas de la biblioteca. Difumino su sombra en la pizarra con carboncillo. Consigo hacer visibles las ondas sonoras que provoca su voz rociándolas con sprays. Alcanzo un vaso, tubos de óleo de diferentes colores y los mezclo con aguarrás hasta que quedan más o menos diluidos. Tiro el contenido del vaso aleatoriamente y los pigmentos quedan atrapados en el aire, que se ha convertido en mi lienzo.

El cuadro está terminado.

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